Acaba de salir el poemario Bagazo (poemas iberos) de Santiago Méndez Alpízar, Chago. No sale de un trapiche ni de una guarapera, porque este bagazo no es el residuo de caña molida que conocemos, sino los restos condensados de la transhumancia, la atomización diaspórica transmutada en poiesis. Lo recomiendo altamente, comparto uno de sus poemas y la magnífica presentación de solapa por Iván de la Nuez.
Chago invita a la fiesta de presentación del libro, que será el próxino 29 de abril en la Sala Pequeña Bety, C/ Reina 4. Madrid. (Metro: Gran Vía, Sol, Chueca).
Chago invita a la fiesta de presentación del libro, que será el próxino 29 de abril en la Sala Pequeña Bety, C/ Reina 4. Madrid. (Metro: Gran Vía, Sol, Chueca).
El libro, quizá, no es el soporte ideal para alojar los poemas de Santiago Méndez Alpízar, Chago. Aunque este libro no mengua, en ningún caso, la posibilidad de adivinarles sus ámbitos "naturales"; los espacios a los que estos textos pertenecen por derecho propio. Los imaginamos en los muros de Madrid, como grafitis de una vida que imprime sus huellas en la intemperie. O bien en las pantallas del Metro; como aquellos anuncios agónicos de Jenny Holzer: Protect Me From What I Want.
Desde siempre, los poemas de Chago han deambulado solos por la ciudad. Unas veces perseguidos por él; y otras, por el contrario, saliéndole al paso (en un mal viaje cualquiera). Compañeros de la lisérgia y el exilio, de la noche o la fotofobia del día después, son textos autónomos que dan cuenta, sin maquillaje, de este momento en que los ciudadanos han sido reducidos a su condición de urbanitas. Meros supervivientes de una ciudad hecha, cada vez más, a contrapié de sus habitantes.
Hay, en Bagazo, una historia inicial y una lengua materna que indican el origen de estos escritos. Y hay, en este libro, la perversión del aquel idioma seminal, desbordado por el lenguaje de la calle, la jerga de la noche, los agujeros negros de Madrid.
Como muchos otros escritores cubanos obsesionados con la ciudad –Cabrera Infante o Reinaldo Arenas entre los más grandes-, Chago no proviene de La Habana. Acaso por eso su pasión urbana tenga un punto bárbaro; como de conquista de la ciudad a marchas forzadas y sin contemplaciones. Para Alpízar, que es de un pueblo de Cuba llamado San Juan de los Remedios, la ciudad no es, en ningún caso, un paraíso perdido sino el infierno buscado. A conciencia y sin concesiones. Es, también a veces, el infierno encontrado. Si leemos Bagazo, sabremos identificar esa búsqueda y ese hallazgo. Y que eso, precisamente, es lo que ha decidido compartir con nosotros este libro y este poeta.
Desde siempre, los poemas de Chago han deambulado solos por la ciudad. Unas veces perseguidos por él; y otras, por el contrario, saliéndole al paso (en un mal viaje cualquiera). Compañeros de la lisérgia y el exilio, de la noche o la fotofobia del día después, son textos autónomos que dan cuenta, sin maquillaje, de este momento en que los ciudadanos han sido reducidos a su condición de urbanitas. Meros supervivientes de una ciudad hecha, cada vez más, a contrapié de sus habitantes.
Hay, en Bagazo, una historia inicial y una lengua materna que indican el origen de estos escritos. Y hay, en este libro, la perversión del aquel idioma seminal, desbordado por el lenguaje de la calle, la jerga de la noche, los agujeros negros de Madrid.
Como muchos otros escritores cubanos obsesionados con la ciudad –Cabrera Infante o Reinaldo Arenas entre los más grandes-, Chago no proviene de La Habana. Acaso por eso su pasión urbana tenga un punto bárbaro; como de conquista de la ciudad a marchas forzadas y sin contemplaciones. Para Alpízar, que es de un pueblo de Cuba llamado San Juan de los Remedios, la ciudad no es, en ningún caso, un paraíso perdido sino el infierno buscado. A conciencia y sin concesiones. Es, también a veces, el infierno encontrado. Si leemos Bagazo, sabremos identificar esa búsqueda y ese hallazgo. Y que eso, precisamente, es lo que ha decidido compartir con nosotros este libro y este poeta.
Iván de la Nuez
IV
El de la sangre de lagarto
Cubierto de arena / traída
acaso
de las mismas entrañas del Desierto de Judea
donde los dátiles /
Phoenix dactylifera
son como dedos de gigantes
dulces como pezones de quinceañeras
Mimetizado frente a los maniquíes de El Corte Inglés
Sin más gracia que la de haber ganado la paciencia de pringarse /
sabe él de qué
pone el pañito para vaciarse dos cubas de arena
Arena del Desierto de Bet-avén
Que ya sabemos que todo tiene su código de barra
La Denominación de Origen
6 comentarios:
Muchas gracias, Rafa!!!!
Un fuerte abrazo.
No hay tema, hermano. Un placer tener esos versos en mi jardín.
Otro abrazo.
Parecen poemas casi obligatorios después que ves que el video también.
Otro delirante impostergable que nos sueltan Iván y Rafael. Vayamos por jugo en tal Bagazo. Y buen provecho.
A Vs O, vacile este bagazo que es subproducto del melao y del guarapo, meriendas favoritas del Sr. Monchy y el Cro. Rolando Verde, a la altura del 8vo inning.
Sin olvidar El Catarro de Rolando Verde... Lo sustituyó German Mesa y se quedó tiempo largo en el campo corto. Desde entonces, se receta guarapo para evitar esas cosas.
IváN
IváN, "Tiempo largo en el campo corto" también haría un buen título de poemario por joven bardo ochentoso, ganador del Premio David.
Un abrazo.
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