martes, 7 de febrero de 2012

GUSTAVO ACOSTA @ RAYMALUZ ART GALLERY




Duda, es la primera exposición personal en Madrid de una las principales figuras de la plástica cubana de las últimas décadas. Referente fundamental del denominado Nuevo Arte Cubano, Gustavo Acosta ha devenido en maestro de la pintura y el dibujo con tal grado de sagacidad y lujuria en el manejo de ambos lenguaje, que resulta émulo para muchos y rabia solapada para otros. Su obra es todo un homenaje al buen hacer. Articula un discurso que funda sus bases en la elocuencia y el dominio soberano de la materia misma del arte. Todo parece resultar de un espejismo, de una fabulación concertada, de la locura, del accidente de la memoria que se asiste del fragmento delirante o de la erótica que persigue su objeto díscolo; pero no. El ejercicio de Acosta, es casi un ejercicio de epistemología pictórica que reconoce la ductilidad del lenguaje tanto como su virtud de convertirse en desvío retórico y en narrativa.
Duda, está compuesta por grandes lienzos impresionistas y dibujos que rivalizan con el dominio del espejo, probando así la capacidad simuladora del arte y su densidad tropológica.  Las destilaciones del plan urbano, cada vez más abstractas al cabo de los años, presentan un código íntimo que sirve para expresar los recuerdos, la nostalgia y las emociones inherentes en su obra: el aislamiento, la añoranza, la enajenación, el miedo, la esperanza y la fantasía. Los espacios por él creados están cuidadosamente delineados, son totalmente creíbles, pero de alguna manera no son del todo correctos. Los dibuja y los pinta con exactitud de modo que, casi de una manera voyerista, podemos observar desde lo alto las calles y los litorales, como si tuviéramos el poder como espectadores de manipular lo que está sucediendo. Pero no vemos gente. No tenemos ninguna pista. No estamos seguros si es de noche o de día, ni dónde estamos. ¿Nos observamos a nosotros mismos, nuestras vidas y la historia de nuestra existencia? ¿Es éste el espejo que cuestionamos junto con el artista? Él devuelve la cuadrícula a la vida real a través de la pintura y transforma las proezas de ingeniería y arquitectura en el lienzo del artista. Luego imbuye  la cuadrícula de anonimato y con éste, una sensación de fascinación y pérdida.
Sin duda alguna, esa sensación de pérdida tiene mucho que ver con Cuba, su tierra natal, la cual abandonó en 1991 para ir a México, luego a España y finalmente a Miami, donde reside en la actualidad. Cuba es el lugar en sus mapas. Incluso cuando representa otro sitio, Cuba estaba allí en un principio y es desde donde comenzó su travesía para explorar ciudades y mares, reales e imaginados. Pintó a Cuba para capturar y preservar su historia y su recuerdo. Sólo al cabo de muchas, muchas imágenes de la hermosa ciudad, su paisaje y su mar, fue capaz de aventurarse a crear otros sitios, que ahora son importantes en su vida. En estas obras suyas, reconocemos a La Habana y a Miami, así como fragmentos de otras localidades que bien podrían estar en cualquier parte. Elementos emblemáticos podrían asociarlas a ciertos lugares. Sin embargo, el ambiente urbano se vuelve un teatro, un escenario para las relaciones que toman lugar frente a nosotros, sin compartir las intimidades que desearíamos conocer desde lo alto. Las vidas son acertijos, así como el laberinto de la cuadrícula citadina implica apenas ese viaje interior nuestro que es tan difícil comenzar y mucho más difícil completar. Los interiores y los exteriores se fusionan en este complejo drama de la existencia. No sólo la asociación con el teatro en su sentido más amplio, que implica una referencia a los decorados y la escena insinuada, sino las connotaciones teatrales que tienen que ver con el dinamismo del drama y la tragedia, se aplican a esta discusión de la obra de Gustavo Acosta. Debido al punto de vista desde lo alto, así como otras manipulaciones espaciales, el observador parece sobrevolar o existir dentro del campo pictórico, ya sea observando el drama que se desarrolla abajo o dirigiendo al elenco.

No obstante, ¿acaso son estos paisajes urbanos una mera excusa para que un pintor pinte, sin necesidad de todos estos niveles de interpretación ofrecidos por los escritores? Gustavo Acosta realmente disfruta del dibujo, de la aplicación de la pintura, de la exploración de las tonalidades monocromáticas interrumpidas por pincelazos de color y halos de luz. El considerar sus obras como ejercicios de abstracción y composición, efectos pictóricos y de textura, ofrece un complemento significativo a esta discusión. Es su virtuosidad técnica lo que distingue su obra de las mundanas, aunque imaginativas, perspectivas desde lo alto…

Comisario: Raymaluz González
14/febrero-18/marzo/2012
San Lorenzo 3
28004 Madrid

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