Esta reseña fue escrita para la revista Arte al Día International pero por razones ajenas a mi voluntad no pude tenerla a tiempo para el cierre de la edición correpondiente. La comparto aquí para no dejarla escondida en la memoria de esta máquina.
One of Us Can Be Wrong and Other Essays es la más reciente exposición personal de
Rubén Torres Llorca (La Habana, 1957), en la nueva sede de Juan Ruiz Gallery en
Miami, ciudad donde ha residido el artista durante dos décadas. Miembro del
legendario grupo Volumen I que a principios de los 80 renovó decisivamente el
arte cubano, la obra de Torres Llorca se ha caracterizado por un armonioso
equilibrio entre agudeza conceptual y exquisitez formal, y una inveterada pasión
antropológica que comenzó con el análisis de la estética kitsch y la cultura de
masas y se fue expandiendo luego a la inextricable relación entre la fe
religiosa, la mitología, las fabulas y las narraciones infantiles, sembradas de
arquetipos psicológicos, eternos y universales.
La muestra contiene 18
instalaciones en las que el artista lleva esas eternas obsesiones a otro nivel,
a través de su peculiar mirada que se caracteriza por una ironía en sordina y
elaborada ejecución que le permiten connotar de modo muy implícito todo un
mundo que observamos decaer y estremecerse cada día, tanto en los medios de
comunicación masiva como en la misma realidad circundante. Las obras contienen
un sarcasmo inasible en su recurrencia a la metáfora a modo de disparo parabólico,
sus múltiples referencias a iconos literarios, mediáticos o de la cultura de
masas, especialmente súper héroes y estrellas de Hollywood caracterizadas en
personajes fílmicos que los inscribieron para siempre en el imaginario
colectivo de la cultura occidental.
El texto es una constante tanto
en su obra bidimensional como tridimensional, ya sea en forma de lema o título
que sirve de contrapunto a una imagen, como fondo y formando una abigarrada red
que se despliega de manera centrífuga, o cubriendo los objetos y esculturas (algunas
de tamaño natural) que integran sus instalaciones como un hormiguero semántico
que encarna perfectamente nuestra civilización, basada en el texto y la
escritura codificada desde la Antigüedad. La instalación de pared y escala
mural Casa Tomada (titulada como el
cuento de Julio Cortazar) es el mejor ejemplo de esta operación, integrada por más
de cien elementos compuestos de páginas de un libro con imágenes superpuestas
de ilustraciones provenientes de una enciclopedia o de ejercicios geométricos,
en un orden que contiene un supuesto código cifrado de la II Guerra Mundial.
Una perfecta evocación del mundo como lo definiera Umberto Eco: “...un enigma
benigno, que nuestra locura vuelve terrible porque pretende interpretarlo con
arreglo a su propia verdad.”
Rafael López-Ramos
(Imágenes tomadas de la cuenta del artista en Facebook)
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