Ponencia presentada por Aldo Menéndez en el Seminario "La plástica cubana contemporánea y sus tendencias", celebrado el pasado 12 de Diciembre
en el KOUBEK CENTER (2705 SW 3rd St,
Miami Fl 33135), y organizado por el Centro
Cubano de Promoción Intercultural (CPI). En este encuentro participaron artistas y críticos de la Isla y otros que
viven fuera de ella; de la Isla estuvieron presentes David Mateo, presidente de
AICA Cuba (asociación internacional de críticos de arte) y los pintores Manuel
Mendive y Kadir López. De los que viven fuera de ella o fundamentalmente en los
EEUU, participaron el artista y crítico de arte Aldo Menéndez y los pintores
Baruj Salinas, Néstor Arenas y el escultor/fundidor Lázaro Valdés.
En el panel de izquierda a derecha Aldo Menéndez, Gustavo Godoy y David Mateo
La plástica cubana contemporánea
y sus tendencias
Los que estamos hoy formando parte de este panel somos todos artistas e
intelectuales que, independientemente del lugar donde estemos radicando,
siempre nos hemos mantenido fieles al respeto mutuo y a la amistad, observando
la máxima consideración ante las ideas, el pensamiento y la obra individual de
cada quien. Pero en particular somos colegas que coincidimos en entregar todos
nuestros desvelos y energías al trabajo artístico y profesional, al día a día, de
hacer la propia obra o de propiciar y promover la de otros.
Presiento que no se puede hablar de la plástica cubana contemporánea y sus
tendencias -un fenómeno que se presenta polémico
y faceteado- sin hacer antes unas cuantas precisiones.
En la cultura y el arte occidental, prácticamente no existen desarrollos
que al día de hoy se puedan limitar territorialmente
o cercar geográficamente. Sobran por
tanto las tan escuchadas expresiones: Arte de la Cuba de adentro y arte
cubano de Miami, o de fuera. Esto equivaldría a recortarnos nosotros mismos
las alas, porque las artes visuales cubanas y nuestra cultura, son ya fenómenos hace mucho transnacionales e internacionalizados, sobran los ejemplos de obras cubanas cimeras,
hechas y lanzadas desde el exterior; cualquier otra postura sería estrecha y
reduccionista.
Lo segundo que quiero puntualizar es que lo oficializado entre Cuba y
Estados Unidos en materia de intercambios culturales, refleja por supuesto únicamente
contenidos e intereses a nivel de estas naciones, que pueden favorecer entre
ambas un clima general de relaciones más distendidas.
Pero el intercambio en el terreno de la plástica entre artistas de la isla y
compatriotas y colegas de Miami, en gran medida es un resultado privativo de
esta ciudad. En tal sentido si alguien tuviera que otorgar medallas, debería empezar
por colgárselas a negociantes y galeristas, que vieron un filón económico en
traer pinturas y pintores radicados en Cuba. Y conste que al principio tuvieron
que enfrentar oposición. Los que se arriesgaron hicieron posible que más
adelante en menos de un decenio, convirtieran esa presencia del arte hecho en
la isla, en una representación
natural en galerías y residencias de Miami.
Que algunos pensando en enriquecerse lo hicieran mal. Que existieran
desigualdades, arbitrariedades, engaños, especulación, etc., y que los comerciantes de
esta orilla jugaran con ventaja…,
por supuesto que ha ocurrido. La ventaja no emanó solo de poseer el dinero,
sino también del hecho de que es más fácil vender la fruta prohibida; tópicos imposibles de analizar hoy, en este
lugar, en tan poco tiempo, pero espero que contrario a otras ocasiones podamos
repetir este tipo de encuentro civilizado. Es innegable que estos comerciantes
le dieron espacio en el exterior a obras consumadas y le fueron subiendo los precios;
mientras daban a conocer por primera vez en la diáspora a muchos valores
emergentes de la tierra natal.
Ahora, creadores radicados en la isla, constantemente hacen viajes a Miami
contando con sus propios medios, incluso para encargar trabajos a empresas
locales como la Fundición de Lázaro Valdés –una de las figuras que hoy nos
acompaña. Al igual que los radicados aquí viajan y exponen en Cuba, pagándoselo
ellos mismos (a mi derecha se encuentra invitado a este panel, Néstor Arenas,
artista que recién acaba de exponer en la galería de la Fototeca habanera).
Cuando llegué a Miami en 1995, pocos en esta población conocían –por
supuesto que especialistas y entendidos sí manejaban estos nombres- aportes y nombres
tan relevantes como los de Antonio Vidal, Servando Cabrera, Loló Soldevilla o
Ever Fonseca. Diez años después infinidad de miamenses consumían através de
especuladores y galeristas a estos artistas y a un sinnúmero de otros radicados
en la isla, como Sosabravo, Mendive, Kacho, Fabelo, Flora Fong, Pedro Pablo
Oliva o el recién desaparecido Salvador Corratgé.
Quisiera hacer otra especificación imprescindible. En esta época, cuando en
el mundo la mayoría de los artistas responden a las leyes impuestas por el
comercio y el mercado, y la obra de arte se torna en producto artístico de consumo, hay colegas de Miami, que ven
cualquier irrupción del arte hecho en la isla, como competencia indeseada, rechazándola y pidiendo sea sacada de aquí,
pensando quizás que de ese modo se le pone mas difícil obtener el plato de comida. A veces esto es
lo que se esconde detrás de criterios socio-políticos emitidos por determinados
artistas cubanos establecidos de este lado del estrecho floridano, olvidando
que se trata de un comportamiento adoptado
por el llamado “mundo libre”, o sea la libre competencia donde todos
deseamos se impongan los individuos con mayor talento y los productos de mejor
calidad. Por esa regla tampoco podríamos darle cabida en Estados Unidos, por ejemplo,
a la actual pintura made in China, si
lo exigieran los pintores chinos arraigados en San Francisco.
Antes de analizar cualquier tendencia, a mi juicio, debemos tener claro, que esos mismos mecanismos
comerciales y el actual estilo de financiación del arte consiguen muchas
veces que por el contrario, numerosos proyectos se alejen cada vez más de la crítica
social y la problematización de los
contenidos. Proponiéndonos en cambio expresar y resaltar: lo ligero y
banal, lo decorativo y complaciente, el romanticismo descafeinado y la
nostalgia, lo ambiguo y frívolo, el exotismo y lo asombroso. Y eso, como
señala Vargas Llosa es seguir al pie de la letra los dictámenes de una
civilización basada en el espectáculo,
que estimula la alienación o enajenación resultante del fetichismo
de la mercancía.
Esto es lo que a mí parecer está influyendo demasiado en las tendencias abrazadas por las artes visuales
cubanas. Que sin importar donde estén hechas, tienden frecuentemente a seguir la
cosmopolita y dominante corriente comercial que alienta un crecimiento del
materialismo. Y no hay que olvidar que violentar las verdaderas reglas de juego
del mercado puede conducir a una grave crisis.
Es una corriente de codicia desenfrenada la que está configurando universalmente
la oferta cultural como “una selva
promiscua”, que alienta la confusión entre precio
y valor de la obra; requiriendo autores
“vistosos y pirotécnicos” capaces de sorprender a un espectador difícil de
impresionar; logrando hacer predominar las imágenes sobre las ideas.
Por tanto, dentro y fuera de la isla, las artes visuales cubanas y las
artes visuales en general, creo, tienen por máximo peligro, estar tan pendientes
de tendencias globalizadas dirigidas a saciar el gusto consumista y a entretener al gran público. Nuestros peores
enemigos son modas y apetitos creados artificialmente. Al perder fuerza las grandes utopías colectivas –en los 90’s
del siglo pasado- y sin una aceptación ecuménica de la democracia, sería
terrible no intentar conectar al arte con nuevos
ideales; es esto sin dudas lo que debemos priorizar, el lugar donde debemos
tener puesta la mirada, y no en los rencores personales, sociales y políticos
que podamos haber acumulado en nuestra vida, un artista no puede alimentarse de
odios y resentimientos.
Aldo Menéndez
12 de diciembre del 2014.
Nota: Durante otras intervenciones y respuestas del panel al público
asistente, dejé claro que estábamos mirando al futuro, pero que no olvidaba
nada de lo ocurrido antes, sin embargo deseábamos partir de cuestionar la mas
palpitante actualidad sin salirnos demasiado de nuestro ámbito artístico.
Además, si analizamos el pasado, es bueno resaltar lo que ha cambiado,
rectificado o superado en ambas orillas, sin insistir tanto en flagelarnos con
las barbaridades cometidas por otros; mientras distinguimos a aquellos que en
cualquier sitio han hecho y hacen esfuerzos por mejorar las condiciones de
nuestras artes y cultura.
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