por
Dinorah Pérez-Rementería
Delta, c-print mounted on plexiglas, 39.4” x 78.7”, 2007
Todos los animales –reales y extintos– han sido convocados a una reunión en el altiplano. Sólo las llamas acuden; hay mucho sol aunque de vez en cuando las nubes dejan a uno respirar. El tiempo pasa. El nerviosismo comienza a apoderarse de sus pequeños/enormes cuerpos cubiertos de lana. Algunas aguzan las orejas para ver si se escucha el trote de caballos a lo lejos o los rugidos de Simba y Mufasa. Todo está aparentemente tranquilo. ¿Dónde está el resto de los nuestros? –se preguntan las llamas asustadas, hablando, discutiendo todas a la vez. Algunas se quejan de sus problemas de salud, las inconformidades, los quehaceres hogareños que se quedaron a medias. ¿Quién es el responsable por el tiempo perdido? Nadie parece aceptar la culpabilidad. Entonces se escucha el flash detrás de la hierba. El artista sale y se presenta, con una sonrisa cínica en los labios: “Perdón, perdón, la cámara fotográfica es la única culpable.”
Animals es la exhibición de fotografías del argentino Juan Erlich en la galería de Lyle O.Reitzel. Las piezas, hechas en diferentes escalas, contienen imágenes de animales en varios escenarios naturales: el polo Norte (o Sur), una sabana africana, el altiplano, la laguna y el palmar. Aves, anfibios, reptiles y mamíferos constituyen el objeto de estudio que es sometido a un riguroso proceso de observación y transformación. El artista se recrea en inventar nuevas especies a partir de los modelos iniciales. Inserta plumas de colores llamativos, alas ajenas, ojos azules, cuellos largos, picos y crines, que dan una apariencia rimbombante a los animales. Un cocodrilo parece dialogar con los curies mientras el gallo cacarea y la serpiente descansa lascivamente sobre el ánade. La obra de Juan Erlich puede ser considerada una versión visual contemporánea de las fábulas de Esopo.
Erlich fabrica espcímenes de pasarela o portadas de revista utilizando comunes animales de granja. Gansos, ovejas, caballos pasan por un extremo makeover como si fueran estrellas de cine, de televisión o de teatro. Liposucción, cirugías estéticas para corregir arrugas, el uso de lentes de colores o maquillaje, son procedimientos que nos son muy familiares. El artista le da a sus personajes la sofisticación que podemos encontrar en un salón de modas: peinados extravagantes, hebillas, cuernos, adornos, gorros, máscaras, trajes de tonalidades contrastantes. Después de los afeites, los animales pasan disciplinadamente a la sesión de fotos. El artista los retrata en grupo y en solitario, dándoles la oportunidad de expresar temperamento, estilo, e individualidad.

El Palmar, c-print mounted on plexiglas, 27.6” x 63”, 2007
Entre las piezas que más se destacan por su sentido del humor se encuentra El Palmar. Una manada de caballos aparece insertada entre flores silvestres y palmas reales. También se descubre algún representante infiltrado de otra especie similar como el burro ubicado en el ángulo izquierdo o el dromedario negro a la derecha. Los caballos asoman las cabezas juguetonamente desde detrás de los árboles como si estuvieran familiarizados con el concepto de posar para una foto. Sus cuerpos son remodelados, “perfeccionados” para la escena. Algunos usan lentes de contacto (de colores); otros parecen que regresan de la peluquería local, con sus crines decoloradas y estiradas. Cada uno logra comunicar un sentimiento que lo distingue del resto: ensimismamiento, altanería, cinismo, miedo, vanidad. Los ojos de los caballos calan hondo en nuestra psique: parecen burlarse del inocente (y nunca ausente) espectador.

Toxondonte, c-print mounted on plexiglas, 24” x 64”, 2006
Toxodonte es otra de las obras de las que uno no puede prescindir. Hay mucho frío, y los animales se acercan a beber agua en los pequeños boquetes de hielo. Según Wikipedia (Enciclopedia Libre), los toxodontes, extintos en época prehistórica, alcanzaban el tamaño de un rinoceronte y compartían sus hábitos. Aquí son resucitados en sus pieles plateadas y escamosas como los espléndidos Brachiosaurus recreados por Steven Spielberg en Jurasic Park. El más joven de los toxodontes tiene cuernos y mira a cámara desafiante, con el ímpetu desenfrenado de la adolescencia, mientras que el más viejo observa el entorno de reojo, desconfiado y receloso. Hay una belleza inquietante en esta foto: la de la tranquilidad aparente, tiempo y lugar imaginarios. El uso de tonos azules, blancos y grises producen en el espectador un sentimiento de piedad que hace olvidar por un momento la ironía, nos seduce, y nos conduce de vuelta al ser sentimental.
“Juan Erlich crea su propio manual de zoología desde donde nos plantea mundos posibles y alternos” dice Sarah Hermann en palabras al catálogo de la exhibición. El artista insinúa posibilidades de convivencia y entendimiento mutuo entre animales que pueden o no (re)conocerse, la coexistencia pacífica. Comparte pistas generales que estimulan al público a concebir un espacio de imaginación y reflexión. Se habla de semejanzas y diferencias entre especies, interacciones con el medio ambiente, asentamientos territoriales, y sistemas jerárquicos. Sin embargo, las perspectivas y puntos de vista se diversifican a medida que recorremos el salón de exposición: clonación, metamorfosis, mascarada, pueden ser una y la misma cosa en su fotografía.